SOS para Chocoyero El Brujo, la joya de la cuenca sur de Managua
Según la Organización de las Naciones Unidas, (OUN) en el 2050, al menos el 25% de la población mundial “padecerá escasez crónica de agua dulce”.
El principal motivo de este apocalíptico futuro es la desaparición de los bosques. En Nicaragua, los bosques se acaban. Por ejemplo, los bosques de la cuenca sur van retrocediendo poco a poco por el avance de la agricultura, monocultivos y el crecimiento de la población. Esto representa una amenaza a la seguridad hídrica de Managua y otros municipios. La cuenca sur es importante porque en su altura y cobertura boscosa, se desarrolla la recarga hídrica de otros municipios aledaños e incluso de la muy poblada capital, Managua.
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Revista Naturalista visitó la reserva Chocoyero El Brujo, ubicada en el municipio de Ticuantepe, dentro de la cuenca sur de Managua. En este sitio se encuentra uno de los bloques de bosques secos mejor conservados del Pacífico de Nicaragua y en donde nacen dos cascadas que abastecen a miles de personas que viven en las comunidades cercanas.
En el Pacífico de Nicaragua, por sus características secas, las cascadas son muy inusuales y solo en la cuenca sur se tiene el privilegio de ver. El Chocoyero El Brujo es uno de estos privilegiados lugares. Ticuantepe es una zona importante de recarga hídrica, prácticamente es el lugar donde los acuíferos ubicados al oriente de la parte baja de Managua, se recargan.
Es por esta razón que los valles que rodean las montañas de la cuenca sur están llenos de fuentes subterráneas de agua. Según datos del Gobierno, más del 80% de la población se abastece de acuíferos. Sin embargo, esta bonanza de agua está en peligro.
En la entrada a la reserva Chocoyero El Brujo, en la carretera al municipio de la Concha, en Masaya, el paisaje está dominado por los monocultivos de piña y pitahaya. En las planicies e incluso sobre los cerros, el avance de estos cultivos parece imparable.
El Chocoyero El Brujo es una reserva natural creada en los años 90, que mide un poco más de 150 hectáreas. La cobertura boscosa en este lugar es impresionante. Su nombre se debe a dos cascadas que nacen de las montañas.
Danilo Pasos es uno de los miembros de la cooperativa comunitaria que creo la reserva. Pasos afirmó que estas fuentes de agua suministran agua para aproximadamente 3500 personas de las comunidades cercanas.
“Al inicio la gente se cuestionaba de qué sirve tener un bosque, pero después se dieron cuenta que el principal producto es el agua”, aseguró Pasos. En cambio, Félix Carballo, otro cooperado, indicó que solo la cascada del Chocoyero produce 40 galones de agua por minutos.
“La gente que recibe agua solo paga 20 córdobas al mes por esta”, señaló Carballo, quien añadió que no hay un límite en la cantidad de agua que utiliza la población. No obstante, en los últimos años, la deforestación en la parte más alta de las montañas, fuera del límite del reserva, específicamente un punto conocido como Las Nubes, está impactando en la capacidad de las cascadas.
El turismo es el principal rubro para mantener la reserva. Sin embargo, a partir de la crisis política y social de abril de 2018, la cantidad de turistas nacionales y extranjeros, cayó.
Según Carballo el 70% de las visitas han cesado en comparación al periodo anterior de abril de 2018. “Antes de 2018 recibíamos hasta 10 mil turistas al año”, precisó Carballo. Pasos indicó que la reserva no recibe presupuesto del Estado y sumado a eso, se están quedando sin personal capacitado para atender a los clientes.
La actual crisis por el coronavirus ha venido a dar un tiro de gracia para el turismo nacional y también para las cuentas de la reserva. Hasta ahora, el único plan que tiene la cooperativa es seguir haciendo estudios de aves para poder aumentar la cantidad de especies de aves y en un futuro ofrecer un mejor producto para los turistas que vienen al país para ver aves.
El Chocoyero El Brujo está dentro de los mejores lugares cerca de Managua para realizar aviturismo. Hasta cuando los miembros de la cooperativa podrán resistir la crisis del turismo no se sabe, sin embargo, alrededor de esta reserva, los monocultivos de piña y pitahaya sigue creciendo y presionando los bosques.
Aunque la cooperativa niega la posibilidad de abrir la reserva a actividades agrícolas, lo cierto es que la necesidad es una realidad y está se ve plasmada en los cerros que poco a poco se van cubriendo de piña y pitahaya.